246 | nº 35, pp. 245-260 | julio-diciembre de 2022Pantallas conectadas: la crisis de TVE y su inuencia en el cine nacional (1990-1996)ISSN: 1696-019X / e-ISSN: 2386-3978doxa.comunicación1. Introducción En 1990 se implantaron las primeras cadenas privadas en España rompiendo un monopolio de casi cincuenta años. La Neotele-visión, generó un cambio radical en el concepto, función y consumo de la pequeña pantalla. El nuevo paradigma, caracterizado por la modicación de la realidad, la hipervisibilidad, el aumento de la oferta o la espectacularización de los contenidos no solo transformó el medio televisivo (Eco, 1986). También incidió en la industria cinematográca del país. Actualmente, el sector audiovisual está viviendo una revolución. La limitación de la movilidad y de los espacios de ocio han acelerado un proceso iniciado con la popularización de las plataformas digitales. Aunque ya existían iniciativas como Filmin o Rakuten, estas se limitaban a ser poco más que contenedores de material audiovisual. La llegada de Netix en el año 2015, un año después HBO y Amazon Prime o de Disney y Apple en 2020 ha supuesto una transformación radical. En pocos años, estas nuevas pantallas han conseguido varios millones de suscriptores, mientras que la televisión convencional ha perdido rápida e inexorablemente espectadores. Este escenario obliga a repensar el concepto de televisión, y de aquellos formatos propios del medio, así como la relación que se establece entre el espectador con la cadena y con otras industrias audio-visuales como la cinematográca. Las plataformas de video streaming, permiten al usuario crear su propio ujo televisivo (Heredia, Quirós-Ramírez y Quinceno Castañeda, 2021). Por ello, la delización de la audiencia y, por tanto, de la nanciación dene la naturaleza de los formatos emi-tidos y permite invertir con una cierta seguridad en productos acordes a sus gustos (Berejano, 2020).El estreno casi simultaneo en salas y en streaming de películas como Roma (Cuarón, 2018) o El irlandés (Scorsesse, 2019) ha plan-teado un nuevo modelo de negocio provocando un debate vital para este colectivo (Moreno, 2020, pp. 198-199). Por otro lado, la conversión de estas plataformas en productoras ha generado películas condicionadas por las pantallas donde van a ser exhi-bidas. Creadas, en muchos casos, conforme a las circunstancias de las nuevas televisiones. La internacionalización de los lmes permite una mayor proyección, pero también, genera una cierta uniformidad (Chalaby, 2016) que incide en sus planteamientos narrativos, visuales, sonoros e incluso creativos (León, 2021). cadenas. Sus bajos índices de audiencia hicieron que este producto no resultara rentable y, por consiguiente, que no fuera convenientemente programado en la pequeña pantalla. Por otro, se intentará demostrar que los problemas económicos del Ente incidieron en la crisis de la industria cinematográca española. La escasez de capital modicó las formas de producción y de colaboración económica entre ambos me-dios debilitando aún más la frágil industria cinematográca nacional. La falta de apoyo al cine no solo tuvo un efecto negativo en la produc-ción. También repercutió en su promoción y en su reconocimiento y aceptación por parte de la sociedad.Palabras clave:Televisión española; películas; industria cinematográca, crisis televi-sión española; política cinematográca; crisis cine español.viewership gures made this product unprotable, and, consequently, it was not properly scheduled on the small screen. Secondly, we attempt to show that the entity’s nancial diculties had a profound eect on the Spanish lm industry’s crisis. A lack of capital aected cooperation in nance and production between the two media, further weakening the fragile domestic lm industry. is lack of support for cinema not only had a negative eect on production, but also had consequences for its promotion and society’s recognition and acceptance of it.Keywords: Spanish television; lms; lm industry; Spanish television crisis; lm scheduling; Spanish lm crisis. doxa.comunicación | nº 35, pp. 245-260 |julio-diciembre de 2022Fátima Gil Gascón y Mar ChicharroISSN: 1696-019X / e-ISSN: 2386-3978247En este entramado, en el que las industrias audiovisuales se enfrentan a un cambio de paradigma es especialmente interesante observar las formas y maneras en las que se abordó una problemática análoga hace treinta años. El estudio de la implantación de determinadas políticas de programación permitirá comprender las consecuencias que estas pueden llegar a tener en el cono-cimiento y reconocimiento de los espectadores con un determinado producto y sus implicaciones en otros sectores culturales. 2. Objetivos y metodología El objeto de estudio de este artículo es la política cinematográca desarrolla por TVE entre 1990 y 1996. El texto pretende corro-borar dos hipótesis. En primer lugar, se intentará demostrar que la pérdida del monopolio televisivo y la necesidad de delizar a la audiencia denió la forma de programar cine español en ambas cadenas. En segundo lugar, se procurará descubrir cómo los problemas económicos del Ente inuyeron en la crisis de la industria cinematográca españolaEl objetivo general de la investigación es, por tanto, estudiar los cambios generados en la política de programación cinematográ-ca del Ente Público en los primeros años 90. Las especiales circunstancias que provocaron estas modicaciones y sus conse-cuencias para el entramado industrial del sector estructuran una serie de objetivo especícos: –O1: Descubrir y entender las pautas de programación de cine, especialmente del cine español, durante el período de estudio. –O2: Establecer las relaciones entre los cambios en la programación cinematográca y la crisis económica y empresarial de la televisión pública.–O3: Analizar las posibles relaciones entre los problemas del sector cinematográco español y la falta de apoyo de TVE.–O4: Plantear algunas consecuencias, tanto para la industria como el público, de la falta de emisión de películas nacionales en la televisión pública. El artículo se sitúa cronológicamente entre 1990, inicio de las emisiones de las televisiones comerciales, y 1996, año en el que la victoria electoral del Partido Popular (PP) provocó la salida del gobierno del partido socialista (PSOE) tras catorce años de man-dato. Esa cuestión supuso la sustitución de su, hasta entonces, equipo directivo. Además de los cambios que este hecho generó en la gestión del Ente, 1996 es también el primer año en el que la suma de las audiencias de las privadas superó al de las estatales iniciándose el lento, pero progresivo, deterioro de la televisión pública (Vaca Berdayes, 1997, p. 411). También es el año partir del cuál se observa una cierta recuperación en el sector cinematográco debido al aumento de la producción y al éxito de títulos como Two Much (Trueba, 1996), El día de la bestia (De la Iglesia, 1996) o Libertarias (Aranda, 1996). Estudiar un medio –el cine– que se emite en otro medio – la televisión- obliga a un doble análisis. Como producto emitible y, por tanto, sometido a las tendencias de la parrilla televisiva y como formato ajeno al medio y regulado tanto por unas leyes estatales como por las de su propia industria. Para conocer cómo se programó este formato se ha desarrollado una base de datos en la que se han recogido las películas emitidas en ambas cadenas durante cuatro semanas al año. Se han analizado 28 días por tem-porada durante 6 años, lo que da un total de 168 jornadas. Con el n de entender la política de programación cinematográca de los canales de forma global, en el conjunto de una temporada, se han elegido dos meses –marzo y septiembre– donde no hay sucesos que puedan distorsionar la emisión de estos espacios y otros dos con características especícas como el verano (julio) y la Navidad (diciembre). La base de datos resultante está compuesta por 2064 entradas. 248 | nº 35, pp. 245-260 | julio-diciembre de 2022Pantallas conectadas: la crisis de TVE y su inuencia en el cine nacional (1990-1996)ISSN: 1696-019X / e-ISSN: 2386-3978doxa.comunicaciónEl análisis cuantitativo se ha complementado con un estudio cualitativo. Además de la franja horaria, se han recogido datos como la nacionalidad, el año de producción, su inclusión o no en un contenedor concreto o el género del lme. Estas cuestiones –la programación de títulos acordes con los gustos del público o su delización a través de una marca y un horario reconocible– per-miten conocer la relevancia otorgada por un canal al cine que emite y las tendencias del medio en la materia de estudio. Para el estudio de las relaciones entre la televisión y el cine se ha acudido tanto a la literatura académica sobre el tema como a las publicaciones generadas por ambos medios durante este período. Por un lado, los anuarios editados por Televisión Española. Estos dan buena cuenta de las circunstancias de la cadena y de sus esfuerzos por adaptarse a la nueva situación. Por otro, la re-vista Academia, publicación periódica de la Academia de cine español. En ella se pueden observar tanto las consecuencias de las políticas de la televisión en materia cinematográca como el malestar que estas generan en la industria. 3. Las relaciones entre televisión y cine en EspañaEn 1956, año en el que comenzaron las primeras retrasmisiones televisivas, el cine era uno de medios más populares con un star system nacional reconocido y apreciado socialmente (García Fernández, 2009, p. 30). A pesar de ello, su llegada provocó un cierto temor en la industria fílmica debido, principalmente, al tipo de exhibición cinematográca. Esta se asentaba en la lucrativa fór-mula de dilatar varios años la vida de las películas a través de su proyección en cines de distintas categorías. En esta situación, la televisión se vio como una competidora capaz de asumir los lmes más antiguos destinados a las salas de barrio y/o de pueblo. Las características políticas y económicas del país generaron que ambos medios estuvieran dominados y nanciados por el Es-tado. Uno, el cinematográco, a través de un complejo sistema de subvenciones que pretendió controlar el contenido del lme y dicultó el desarrollo de la iniciativa privada. El otro, la televisión, gracias principalmente a la publicidad, absolutamente decisi-va para su despegue y consolidación (Montero y Antona, 2019, p. 27). La década de los 70 trajo importantes novedades al país. Cambios sociales, políticos y económicos que provocaron nuevas formas de diversión. El cine comenzó a perder espectadores reduciéndose, también, el número de salas. Mientras que, en el año 1968, se contabilizaron 773 millones de espectadores, en el 1987 la cifra había descendido a 86 millones (Gámir, 2001, pp. 223-253). Por su parte, la televisión se convirtió en el medio de comunicación de masas más popular (Prado, 2001, pp. 161-170). Esto no solo repercutió en la economía del sector, también lo hizo en su relevancia social. La consolidación de la televisión como el lugar donde se forman los nuevos espectadores (Cerdán y Pena, 2007, p. 20), la progresiva desaparición de las revistas de cine (Llinas, 1987, p. 153), la ausencia de una publicidad efectiva y atractiva que persuadiese al público (Academia, 1994a, p. 25) o el desarrollo del video doméstico (Calvo, 2011, p. 16) fueron algunas de causas de la pérdida de inuencia de la gran pantalla. A principios de los 90, la industria cinematográca atravesaba graves dicultades. Los malos resultados de taquilla de las pro-ducciones de estos años no alentaron la inversión de las empresas cinematográcas que no podían, ni querían, asumir el riesgo económico que constituía producir una película española. Pese a la búsqueda de nuevas fórmulas creativas que pretendían desarrollar un cine con identidad nacional, la recaudación de taquilla evidenciaba una falta de sincronía con el público. Tal y cómo señaló el director general de cinematografía Juan Miguel Lamet, era un cine correctísimo pero que dejaba indiferente al espectador (Academia, 1992, p. 12). doxa.comunicación | nº 35, pp. 245-260 |julio-diciembre de 2022Fátima Gil Gascón y Mar ChicharroISSN: 1696-019X / e-ISSN: 2386-3978249La idea de un cine nacional en crisis comenzó a tomar fuerza y se instaló en el imaginario nacional. Los Goya del año1992, los Oscars españoles, evidenciaron tanto las dicultades como el malestar del sector. Las continuas alusiones a la necesidad de una mayor inversión económica o la petición a los espectadores de que acudiesen a ver películas nacionales provocaron que algunos calicaran el espectáculo de «llorón» (Academia, 1992, p. 21). Esta imagen conrmó la debilidad del cine español. Como indus-tria y como bien cultural. Por su parte, Televisión Española terminaba la temporada 1988-1989 consolidándose como el medio de comunicación con ma-yor audiencia de la Historia de España (TVE, 1989, p. 41). Un año después no solo había disminuido en un tercio sus espectado-res. También estaba sumida en uno de los períodos más complejo y convulsos de su existencia. El 3 de mayo de 1988 se aprobó la ley de la televisión privada por la que se concedían tres licencias, dos para televisiones genera-listas de emisión en abierto –Telecinco y Antena 3– y una para una de pago (Canal Plus). Esta normativa acabó con el monopolio de la televisión pública modicando completamente el panorama audiovisual del país. La crisis de Televisión española se debió a causas diversas. A una pésima gestión de los recursos se unió, por un lado, la recesión económica que afectó al sector audiovisual durante los primeros años de la década de los noventa. Por otro lado, la llegada de los canales comerciales, Telecinco y Antena 3, quebrantó un sistema que dependía en exceso de los anunciantes. La televisión pú-blica tenía una nanciación mixta. Parte de sus gastos procedían del Estado y, el resto, de la publicidad y la venta de productos. A partir de 1984 se produjo una progresiva retirada de las subvenciones públicas a la televisión (Palacios y Ciller, 2018, p. 579). 1988 fue el primer año en el que RTVE no recibió dinero procedente de los Presupuestos Generales del Estado, teniendo que utilizar, exclusivamente, sus otros recursos para autonanciarse (TVE, 1989, p. 22). En 1990 los benecios estimados por publicidad fueron de 153.313 millones de pesetas. 178 veces más que lo recaudado por la venta de programas, su segunda fuente de ingresos. (EFE, 1990). Seis años después había perdido el 42% de sus ingresos publi-citarios (Tijeras, 2012). La reducción del número de anunciantes suponía, tal y cómo puede verse, un terrible varapalo para la económica de este medio. Especialmente siendo tan rápida y elevada. Sin dinero del gobierno y a merced de un mercado que ya no controlaba, el Ente público tuvo que adoptar una serie de medidas como la creación de un departamento de marketing que modicó la imagen de los canales del grupo, la drástica reducción de su plantilla o, sobre todo, la contención radical del gasto. 4. El cine emitido por TVELa televisión estatal utilizó el cine de forma diferente en sus dos canales. La Uno apostaba por lmes modernos y norteamerica-nos. Su número aumentaba los nes de semana y en los períodos vacacionales donde, además, solían elegirse títulos acordes con las fechas. De aventuras y juveniles en verano y de temática navideña en diciembre. 250 | nº 35, pp. 245-260 | julio-diciembre de 2022Pantallas conectadas: la crisis de TVE y su inuencia en el cine nacional (1990-1996)ISSN: 1696-019X / e-ISSN: 2386-3978doxa.comunicaciónGráco 1. Cine emitido por TVE1Gráfico 1. Cine emitido por TVE1 Fuente: elaboración propia La idiosincrasia de la Dos propicio la emisión de títulos más antiguos y de distintas nacionalidades. Buena parte de suprogramación eran filmes llegando, incluso, a duplicar su número respecto a la Primera. Además de por su abundancia, se diferenciaba por el género y las franjas en los que se emitían. Frente al resto de las generalistas, la mayor parte de las ficciones sesolían programar entre semana. Este canal emitía también cine clásico en contenedores como Cine club o La estrella es… películas en blanco y negro de indudable calidad la mayoría, aunque no exclusivamente, norteamericanas. Gráfico 2. Cine emitido por TVE2 Fuente: elaboración propia Las franjas de emisión respondían a un carácter comercial. Por un lado, películas rentables– principalmente por su actualidad y su popularidad- que se emitían en los mejores horarios y cuyo número fue disminuyendo a medida que se desarrollaban 05101520253035401990199119921993199419951996EneroMarzoJulioDiciembre0510152025301990199119921993199419951996EneroMarzoJulioDiciembreFuente: elaboración propiaLa idiosincrasia de la Dos propicio la emisión de títulos más antiguos y de distintas nacionalidades. Buena parte de su programa-ción eran lmes llegando, incluso, a duplicar su número respecto a la Primera. Además de por su abundancia, se diferenciaba por el género y las franjas en los que se emitían. Frente al resto de las generalistas, la mayor parte de las cciones se solían programar entre semana. Este canal emitía también cine clásico en contenedores como Cine club o La estrella es… películas en blanco y negro de indudable calidad la mayoría, aunque no exclusivamente, norteamericanas. Gráco 2. Cine emitido por TVE2Gráfico 1. Cine emitido por TVE1 Fuente: elaboración propia La idiosincrasia de la Dos propicio la emisión de títulos más antiguos y de distintas nacionalidades. Buena parte de suprogramación eran filmes llegando, incluso, a duplicar su número respecto a la Primera. Además de por su abundancia, se diferenciaba por el género y las franjas en los que se emitían. Frente al resto de las generalistas, la mayor parte de las ficciones sesolían programar entre semana. Este canal emitía también cine clásico en contenedores como Cine club o La estrella es… películas en blanco y negro de indudable calidad la mayoría, aunque no exclusivamente, norteamericanas. Gráfico 2. Cine emitido por TVE2 Fuente: elaboración propia Las franjas de emisión respondían a un carácter comercial. Por un lado, películas rentables– principalmente por su actualidad y su popularidad- que se emitían en los mejores horarios y cuyo número fue disminuyendo a medida que se desarrollaban 05101520253035401990199119921993199419951996EneroMarzoJulioDiciembre0510152025301990199119921993199419951996EneroMarzoJulioDiciembreFuente: elaboración propia doxa.comunicación | nº 35, pp. 245-260 |julio-diciembre de 2022Fátima Gil Gascón y Mar ChicharroISSN: 1696-019X / e-ISSN: 2386-3978251Las franjas de emisión respondían a un carácter comercial. Por un lado, películas rentables –principalmente por su actualidad y su popularidad– que se emitían en los mejores horarios y cuyo número fue disminuyendo a medida que se desarrollaban for-matos más acordes con el medio como las teleseries. Durante los años de estudio, la pública emitió, al menos, tres películas en horario de prime time. Generalmente lunes, martes y/o jueves entre semana y, durante el n de semana, el sábado en la Segunda y el domingo en la Primera. El cine tenía un elevado grado de aceptación por parte del público lo que lo convertía en un buen reclamo para conseguir espectadores (TVE, 1989, p. 44). Por otro, telelmes que en la Primera y durante los años centrales de la década coparon las sobremesas en sustitución a las telenovelas. Por último, películas de menos valor comercial proyectadas de madrugada o en horario matinal. Sobre todo, en la Dos que contaba con dos contenedores –Cine para todos y La película de la mañana– en los que se emitía una película diaria. En ambos casos, se trataban de lmes más o menos familiares, de aventuras, norteamericanos y españoles, de más de treinta años de antigüedad y de serie B. En 1992, en plena celebración del quinto centenario del descubrimiento de América, se emitió bastante cine latinoamericano con títulos como Historia de una noche (Saslavsky 1941) o ¡Viva el amor! (De la Serna, 1958). Los escasos lmes matinales de la Uno se emitieron principalmente en las temporadas 1991/1992 y 1994/1995. Estos horarios denotaban poco cuidado e interés por el producto. No en vano, en 1993, el tiempo estimado de visionado en este horario era de 18 minutos en la madrugada y 22 por la mañana. La mitad que el resto de las franjas y menos de un tercio que en prime time (Palacio, 2008, p. 168). Como señalaba el director Antonio Mercero lo importante no era tanto cuanto cine se emitía sino cuándo y qué se programaba (SGAE, 2000, p. 335). Hacerlo en un momento en el que va a tener poco público o con targetmuy concreto, así como elegir lmes viejos y de poca relevancia, muestra, sobre todo, un deseo de abaratar costes librándose del stock de menos calidad a la vez que se ocupa una franja poco popular. Las cadenas públicas mantuvieron siempre un número de películas constante. Salvo en períodos puntuales como la temporada 1991/ 1992, el más duro de la crisis del Ente, cuando casi se duplicó la cantidad de lmes. La mayor parte formaban parte del stock existente en la library de la cadena, películas antiguas, algunas de baja calidad y poco apropiadas para los gustos del espectador del prime time. Incluso se creó un contenedor especial, cine 92, que emitía diariamente una película por la noche. A nales de 1996 se observar otro aumento del número de películas. Las elecciones de marzo dieron el poder al Partido Popular. Cuando la nueva directora general, Mónica Ridruejo, tomó posesión de su cargo, ya no había presupuesto para compras ni ese año ni el siguiente (Munsó, 2001, p. 327). La política de contención que pretendió imponer y, sobre todo, su escaso margen de maniobra provocó una optimización de los recursos existentes a través de la emisión de los fondos de la biblioteca. Especialmen-te en Navidad, un período muy familiar y cinematográco. A principios de la década se observa un aumento de la repetición de los lmes. En 1991 TVE triplicó el número de reposiciones respecto a otros años, una tendencia “llamada a convertirse en un recurso fundamental para rentabilizar al máximo la inversión en producción externa”. (TVE, 1991, p. 183). Este planteamiento que no solo buscaba sacar el máximo provecho a los lmes sino, también, evitaba la programación de otros, fue muy efectivo con películas populares como Pretty Woman (Marshall, 1990). Emi-tida en tres ocasiones por TVE durante el período de estudio –dos veces en 1994 y una en 1996– consiguió, en todos los casos, altos índices de audiencia (Palmero, 2015). 252 | nº 35, pp. 245-260 | julio-diciembre de 2022Pantallas conectadas: la crisis de TVE y su inuencia en el cine nacional (1990-1996)ISSN: 1696-019X / e-ISSN: 2386-3978doxa.comunicaciónEl cine norteamericano comercial atraía a los espectadores y, por ende, a los anunciantes, por lo que TVE apostó claramente por él. En octubre de 1992, rmó un contrato con la Warner en el que se comprometía a adquirir derechos de emisión de esta produc-tora por valor de 100 millones de dólares para las temporadas 93, 94 y 95 (Tijeras, 2012). Este desembolso denió la nacionalidad de los títulos emitidos durante los siguientes años. Las televisiones compraban las películas por lotes a las majors. Las licencias se ofrecían por un tiempo concreto y aglutinaban películas famosas junto a un buen número de lmes menores y/o telelmes. Esto implicaba que, por la compra de algunos títulos relevantes, la cadena asumía el compromiso de emitir el resto de las cintas que se había visto forzada a adquirir. Las películas más famosas se programaron en diversos contenedores. Uno de los más populares fue Jueves cine que recogía lmes de aventuras y acción como Jumanji (Johnston, 1995) o El último Boy Scout (Scott, 1991) o La película de la semana. Este espacio, que mezclaba cine de Hollywood con telelmes y cintas españolas, tuvo algunas dicultades para consolidarse como programa líder en su franja hasta que comenzó a emitir, casi exclusivamente, películas estadounidenses producidas en los noventa. Hasta la temporada 1991-1992, los títulos nacionales solían aparecer en las listas de las veinticinco emisiones más vistas. Las estadísticas de las temporadas posteriores reejan un cambio en las preferencias de los televidentes por las historias realizadas en la Meca del cine. Diecinueve de las veinte películas más vistas en la temporada 1995/1996 fueron americanas (GECA, 1997, p. 80). En este entramado, los lmes españoles apenas estuvieron presentes en la parrilla televisiva, manteniéndose durante los años de estudio, sin apenas variaciones, en una cuota del 12%. Estas producciones solían emitirse en horario matinal o de madrugada, principalmente en la Dos, cadena en la que, durante los dos primeros años de la década también se programaron algunos lmes en la sobremesa de los días laborales. Fuera de esas franjas, apenas hay largometrajes españoles. Por lo general, las películas nacionales emitidas respondían a dos momentos muy concretos. Uno, el Desarrollismo, cuyas histo-rias eran muy populares. No en vano, entre 1991 y 1993, las únicas películas españolas que se programaron en buenos horarios fueron comedias como Cateto a Babor (Fernández, 1970) u Objetivo bikini (Ozores, 1968).Otro, los años noventa con títulos en cuya producción había participado la televisión pública. Aunque muy escasos, desde 1994 pudieron verse algunos de estos largometrajes -por ejemplo, Tierno verano de lujurias y azoteas (Chávarri, 1993) o Todo por la pasta (Urbizu, 1991)- en prime time laboral. La aceptación por parte del público fue dispar. Mientras que el cine del franquismo cosechaba altos índices de audiencia, el contemporáneo tenía un seguimiento muy variable. A partir del año 95 se observa un aumento en la Dos del número de películas patrias gracias a la creación de varios contenedores principalmente Nuestro cine y Cine de Barrio que poco después y dado su éxito pasó a emitirse en la Primera. La conformación de estos espacios implicaba un cierto cuidado del producto al aglutinar, en una marca común, películas con características seme-jantes. Esto permitía su identicación, y por tanto una posible adhesión, por parte de los espectadores. 5. Causas de la ausencia de cine español en las pantallasLas dicultades económicas de la cadena pública y la necesidad de delizar un público que moviese a los anunciantes generaron una política cinematográca centrada en la rentabilidad de los productos emitidos. doxa.comunicación | nº 35, pp. 245-260 |julio-diciembre de 2022Fátima Gil Gascón y Mar ChicharroISSN: 1696-019X / e-ISSN: 2386-39782531992 fue una de las temporadas en las que TVE emitió más largometrajes españoles. También fue el año en el que se evidenció de forma absoluta la crisis del cine nacional. Durante este período, la cadena pública acudió a títulos de su archivo, que no repercu-tían en la renovación o en la inversión del cine (TVE, 1992, p. 233). En el caso del producto español, se emitieron lmes antiguos por dos motivos. El primero de carácter económico. Éste, como el extranjero, se adquiría también en lotes. Esto denía tanto la biblioteca de la cadena, que custodiaba los remanentes de las comprar, como los títulos de las obras que, en algún momento debían ser progra-madas. Las cifras eran elevadas. Sirva de ejemplo las casi ochocientas películas que adquirió TVE entre 1995 y 1997 por tres mil millones de pesetas. Entre ellas destacaban populares películas como La tonta del bote (Orduña, 1970) o No desearás al vecino del quinto (Fernández, 1970) y otras muchas de escasa relevancia que, por contrato, también debían emitirse (TVE compra 700..., 1997). De igual manera, los lmes españoles modernos debían, por ley, emitirse dos años después de su estreno en pantalla grande lo que implicaba un desembolso económico a corto plazo que no podía rentabilizarse de forma inmediata sino, como mínimo, varias temporadas después (Academia, 1995, pp. 96-97).El segundo, sus índices de audiencia. Las películas nacionales más vistas en televisión –y por tanto más exitosas a nivel de pú-blico– fueron las comedias de los años sesenta y/o setenta. El cine de este período gozaba, incluso veinte años después, de gran popularidad. Su éxito, como también el de las series nacionales, da buena cuenta del interés del espectador medio por los formatos más vinculados a culturas locales y nacionales frente a los productos más universales y homogéneos (Waisbord, 2004, pp. 359-383). Los índices cosechados por estos títulos eran, también, fruto de la nostalgia por la idiosincrasia perdida. Tanto a nivel general como particular (Armbruster, 2016, p. 23). Añoranza por un país que, pese a vivir bajo un régimen dictatorial, se presentaba alegre, despreocupado y desideologizado con unos rasgos de identidad muy marcados. Y por un tiempo en el que el espectador medio de estas obras era joven y tenía toda la vida por delante. Por otro lado, la necesidad de mantener los índices de audiencia hizo que se incumpliera sistemáticamente la cuota de antena lo que repercutió negativamente en la industria. Esta establecía que la emisión de un 40% de las películas comerciales emitidas debían ser producciones de países de la Comunidad Europea y, dentro de ese porcentaje, un 50%, al menos, españolas (Cuevas, 1994: 119). José Antonio Suárez, asesor jurídico de la Confederación de productores audiovisuales de España (FAPAE), señaló el cumplimiento del porcentaje de emisión de obra europea exigida por la ley como una de las medidas clave para reactivar la producción española (Academia, 1993, p. 13). La solución era, para él evidente; debía invertirse en el cine de los noventa y no en la compra de material extranjero o de cintas producidas en otros períodos. (Academia 1993, p. 10). No hay que olvidar que la emi-sión de películas antiguas, aunque estas fueran nacionales, no solo no creaba industria, sino que tampoco ayudaba a consolidar el star system de ese momento. A pesar de ellos, la acuciante necesidad económica de Televisión Española provocó que se priorizase orientaciones del mercado televisivo frente al interés publico. La competencia con las cadenas privadas tuvo dos consecuencias fundamentales. Por un lado, el espectador paso a considerarse como un potencial cliente (Mateos-Pérez, 2014, p. 71). Por otro, se produjo una homogeneización de los formatos, degradando y obviando las exigencias de carácter cultural (Gubern, 2006, p. 370). 254 | nº 35, pp. 245-260 | julio-diciembre de 2022Pantallas conectadas: la crisis de TVE y su inuencia en el cine nacional (1990-1996)ISSN: 1696-019X / e-ISSN: 2386-3978doxa.comunicación6. La participación de TVE en la nanciación del cine nacionalLa crisis económica de TVE incidió directamente en su apoyo económico al cine español. Según datos de la Academia de cine, en los años noventa un tercio de la nanciación del cine español se hacía a través de la venta de derechos a las televisiones (Acade-mia, 1997b, p. 15).Los acuerdos con estas podían suponer una diferencia de entre 70 y 80 millones de pesetas en películas cuyo presupuesto superaba por poco los cien millones (Academia, 1997a, p. 26). El ente público comenzó a participar de forma activa en la nanciación del cine en los años 80 gracias a la rma de acuerdos con la Confederación de productores audiovisuales españoles que establecían una cuota de pantalla del 20% y reglamentaban los derechos de emisión, producciones asociadas y derechos de antena (Gómez-Escalonilla, 1998, p. 60). Estos fueron corroborados por las directrices planteadas por Pilar Miró –quien durante los años 80 detentase los más altos cargos en la Dirección general