doxa.comunicación | nº 32, pp. 305-326 | enero-junio de 2021
ISSN: 1696-019X / e-ISSN: 2386-3978
Adriana Calvo Viota. Graduada en Periodismo por la Universidad Carlos III de Madrid y cuenta con un Máster en Comunicación y Marketing Político por la Universidad Alcalá de Henares e Instituto Cescompol y un Máster en Investigación en Periodismo: Discurso y Comunicación por la Universidad Complutense de Madrid. También ha realizado parte de sus estudios superiores en Nottingham Trent University, en Reino Unido. En la actualidad se encuentra desarrollando su tesis doctoral en la Universidad de Deusto. En su faceta profesional, ha trabajado como periodista en diversos medios de comunicación de ámbito local y nacional, así como en gabinetes de prensa institucionales y en comunicación corporativa.
Sonia Parratt Fernández. Licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad del País Vasco y doctora Europea en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela. Actualmente es profesora titular en el Departamento de Periodismo y Comunicación Global de la Universidad Complutense de Madrid y cuenta con tres sexenios de investigación. Sus líneas de investigación principales son: redacción periodística, periodismo y literatura, periodismo ambiental y periodismo computacional. Dirige el Grupo de Investigación en Redacción Periodística: Estilos, Narrativas y Géneros, de la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid y evaluado positivamente por la Agencia Española de Investigación.
Cómo citar este artículo:
Calvo Viota, A. y Parratt Fernández, S. (2021). Transformación digital y calidad periodística: el caso de elpais.com. Doxa Comunicación, 32, pp. 305-326.
Recibido: 01/10/2020 - Aceptado: 21/02/2021
En edición: 21/03/2021 - Publicado: 14/06/2021
Los diarios han vivido grandes transformaciones desde que iniciaron el salto a la digitalización hace más de dos décadas en España. El objetivo de este estudio es analizar la evolución de la calidad periodística de reportajes publicados en el periódico digital en español más consultado del mundo, elpais.com, desde 1996 hasta 2019, y comprobar si dicha calidad ha podido verse afectada con el desarrollo tecnológico. La técnica utilizada ha sido un análisis de contenido de una muestra de 72 reportajes, de los que se han evaluado 20 parámetros de calidad. Al contrario de lo que cabía esperar, los resultados muestran una evolución global ascendente tras la cual la mayoría de los parámetros alcanza el notable. Sin embargo, también se observan carencias en el uso de elementos textuales de apoyo, el análisis de datos, o la presencia de información de utilidad práctica, así como en la digitalización, que sigue siendo mejorable pese a haber experimentado una gran evolución.
Transformación digital; calidad periodística; reportaje; elpais.com.
Received: 01/10/2020 - Accepted: 21/02/2021
Early access: 21/03/2021 - Published: 14/06/2021
Newspapers have gone through major changes since they began digitalisation more than two decades ago in Spain. This study aims at analysing the evolution of journalistic quality of feature stories published in the most consulted digital newspaper in Spanish in the world, elpais.com, from 1996 until 2019, and at verifying if such quality could have been affected by technological development. The technique used was a content analysis of 72 feature stories based on 20 quality parameters. Findings show a global upward evolution after which most parameters reach a grade of good, but also weaknesses in the use of textual support elements, data analysis, or the presence of practical information, as well as in digitalisation, that remains to be improved in spite of its great evolution.
Digital transformation; journalistic quality; feature story; elpais.com.
En 1979 el diario británico Birminghan Post and Mail puso en marcha Viewtel 202, considerado el primer periódico sobre soporte electrónico, estableciendo así el punto de partida de los diarios digitales (Armentia, Caminos, Elexgaray, Marín & Merchán, 2000). La revolución informática posterior alimentó el interés por las nuevas tecnologías, sobre todo tras el desarrollo de la World Wide Web. Este proyecto, ideado por Tim Berners, transformaría el escenario mediático a nivel mundial y daría paso al ciberperiodismo a principios de la década de los noventa del pasado siglo, “un momento en el que la industria tradicional de medios impresos advertía en el horizonte posibles dificultades para mantener el ritmo de crecimiento” (López, Silva & Toural, 2015, p. 75). Desde entonces, los profesionales de la información han tenido que enfrentarse a no pocos desafíos derivados de la convergencia mediática, entendida como un proceso multidimensional que, debido a la implantación de las nuevas tecnologías, afecta tanto al ámbito profesional y empresarial como a la integración de nuevas herramientas, espacios y métodos de trabajo en las redacciones (Salaverría, García Avilés & Masip, 2010, p. 48).
Los primeros pasos de la prensa tradicional hacia la creación de versiones digitales en España se dieron en noviembre de 1994 con El Mundo y El Periódico de Catalunya. En 1995, cabeceras como ABC, La Vanguardia o El Diario Vasco saltaron a la web, mientras que El País lo haría un año después (López et al., 2015). La mayoría de los primeros cibermedios recurrieron inicialmente al shovelware (Bardoel & Deuze, 2001), un modelo editorial que reproduce en la red de modo literal los contenidos originalmente elaborados para la edición de papel. Incluso en la actualidad “muchos de los medios digitales siguen siendo directos deudores de los medios tradicionales en sus géneros y códigos comunicativos”, si bien muchos otros, “al menos los más avanzados, muestran formas de expresión específicas” (Salaverría, 2019).
El salto a la digitalización obligó a los diarios a afrontar una serie de cambios que modificaron por completo sus modos de trabajo, desde la selección de hechos noticiosos hasta el proceso de elaboración y publicación de contenidos. Acostumbrados a trabajar con unos tiempos limitados para que la información pudiera llegar a los lectores a primera hora del día siguiente, los periodistas tuvieron que adaptarse a las demandas de una sociedad cambiante en su manera de consumir información. Pero también a un entorno caracterizado por la máxima inmediatez, el acceso global a las fuentes y las nuevas herramientas que ofrecía internet. Herramientas como la posibilidad de actualización de la información, la multimedialidad, la hipertextualidad o la interactividad con los usuarios, que presentan grandes ventajas pero también algunas contrapartidas dependiendo en gran medida del uso que se haga de ellas.
La posibilidad de poner al día permanentemente la información modificó la visión sobre el periodismo, que ya no se concibe sin esa constante incorporación de datos nuevos. Pero también es cierto que el estar permanentemente informado puede incrementar en el lector la sensación de saturación y de sobreinformación, y, además, “magnifica, por un factor exclusivamente temporal, la última información que aparece en el lugar destacado de la página” (García de Torres & Pou, 2003, p. 70). La multimedialidad mezcla fórmulas narrativas de prensa, radio y televisión (Parra & Álvarez, 2004, p. 145) en un mismo soporte digital que permite integrar contenidos audiovisuales, textuales e infográficos (García de Torres & Pou, 2003) en un solo relato, aunque “el abuso de los formatos integrados en la misma noticia puede tener un efecto perverso al señalar demasiados puntos de interés para el lector” (p. 73). En cuanto a la hipertextualidad, ese “sistema abierto que permite al receptor construir sus propios caminos de lectura saltando de lexía en lexía conforme a sus intereses” (Aguirre, 1997, p. 284) y decidir si continuar leyendo o redirigirse a otro texto (Landow, 2009) de acuerdo con sus necesidades en “un ambiente de lectura no lineal” (Porto & Flores, 2012, p. 46), también puede provocar una sobresaturación de información o la pérdida del hilo conductor de la pieza que estaba leyendo inicialmente.
Por otra parte, los diarios digitales se encuentran con otro desafío derivado de la transformación tecnológica que, además, se ha agravado con la crisis económica: establecer un nuevo modelo de negocio. Casero-Ripollés (2014) sostiene al respecto que sin un modelo viable el periodismo difícilmente podrá evitar el abandono de algunas de sus funciones sociales y democráticas. Las soluciones pasan por obtener ingresos solamente de la publicidad o bien incorporar un modelo de suscripción de pago para sostener económicamente el medio sin depender solo de los anunciantes, lo que derivaría en una mayor capacidad para ofrecer contenidos de calidad. De hecho, “la calidad del producto es la principal motivación que alegan los internautas para pagar por contenidos informativos […], no se trata tanto de grandes exclusivas informativas como de ofrecer la información de forma diferenciada, cuidada, con extras y mayores apoyos visuales” (Segura-Anaya, Marta-Lazo & Nogales-Bocio, 2019). En este sentido, elpais.com (El País, 2020) anunciaba recientemente su puesta en marcha de un modelo de suscripción “con el objetivo de hacer sostenible para el futuro un periodismo profesional, de alta calidad y con alcance global”.
La calidad periodística podría estar viéndose afectada precisamente por la abundancia de información disponible en internet, que ha favorecido la aparición de un consumidor menos exigente, acostumbrado al repaso breve de los titulares y a la información inmediata, y que deja al margen la profundización y el análisis de los hechos (Casero-Ripollés, 2014). Además, el auge de las redes sociales y otros formatos digitales contribuye a esa lectura escueta. y, por tanto, empujaría a los periodistas a centrar sus esfuerzos en informar con más concisión. Esto propiciaría un ciberperiodismo que “con frecuencia rendido a la información de última hora, al clic fácil y más pendiente del tráfico que de la calidad, ha terminado por dar la espalda a buena parte de las posibilidades narrativas y documentales del hipertexto, aprovechándolo apenas como recurso para multiplicar las visitas” (Salaverría, 2019).
La calidad de los contenidos periodísticos en cibermedios ha sido objeto de análisis dentro del ámbito académico dando lugar a estudios con resultados dispares tanto en el ámbito internacional (entre otros, Odriozola-Chéné, Aguirre & Bernal, 2016; Salas, Hernández & Realyvázquez, 2018) como en España. Ramírez de la Piscina, Gorosarri, Aiestaran, Zabalondo y Aguirre (2014) observaron la evolución de la calidad de las noticias publicadas en periódicos europeos de referencia durante una década y concluyeron que todos parecían haberse olvidado de la función social que históricamente se había atribuido al periodismo como guardián de los intereses de la sociedad. Por su parte, Gómez-Mompart, Gutiérrez-Lozano y Palau (2015, p. 13) indagaron en las percepciones sobre la calidad en medios españoles por parte de sus profesionales. Estos destacaron carencias relativas al acceso a las fuentes y al tratamiento y verificación de datos, pero también a los retos derivados de la adaptación a las nuevas tecnologías y a las imposiciones de la inmediatez. Otros, por el contrario, apuntan a una excelente calidad de los textos en un cibermedio español atendiendo a criterios como el contenido, el acceso a la información, la visibilidad y la usabilidad –participación de los usuarios e interactividad– (Iglesias & González Díaz, 2012). Más recientemente, Costera Meijer y Bijleveld (2016) elaboraron una propuesta para conocer qué es lo que los lectores entienden por lo que denominan valuable journalism.
Los términos más utilizados en la academia para referirse a la calidad de la información son calidad periodística (journalistic quality), calidad de las noticias (news quality) y calidad de los contenidos de las noticias (news content quality) (Ramírez de la Piscina et al., 2014). El primero será el utilizado en este estudio. McQuail (1992, p. 17) describió el análisis de esa calidad como “la evaluación independiente de la provisión de medios de comunicación en masa según criterios alternativos de ‘interés público’ a través de un método de investigación objetivo y sistemático”. Posteriormente enfocaría la idea de calidad hacia la credibilidad y fiabilidad de la información al entender que esta debía ser objetiva en términos de precisión, honestidad, veracidad, fiabilidad, abarcar hechos y no opiniones, y suficientemente completa (McQuail, 2005).
La complejidad de este concepto y las diferencias de criterio sobre su significado han dado lugar a trabajos muy diversos (entre otros, Merrill, 1968; Hansen, Neuzil, & Ward, 1998; Koch, 2008) y ha llevado a crear distintas propuestas para su evaluación. Alessandri et al. (2001) elaboraron un sistema denominado VAP para medir los procesos de selección de la noticia y elaboración de su contenido. Los primeros a través de indicadores de acceso a las fuentes y de equidad informativa, los segundos en torno a pautas de estilo, contenido y énfasis de la información. Vehkoo (2010) añadió la independencia de los medios, la credibilidad de la información, el nivel de interpretación y contextualización, así como el número de periodistas encargados de realizar la pieza. Por su parte, Rodríguez-Martínez, Codina y Pedraza-Jiménez (2012) propusieron una metodología para identificar, a través de 36 indicadores, “las herramientas, los servicios y las estrategias de comunicación que garantizan que sus informaciones lleguen de forma adecuada a sus usuarios, así como evaluar la calidad de los sitios web de sus medios”. Lacy y Rosenstiel (2015) establecieron criterios de precisión, credibilidad, diversidad, profundidad, amplitud, interés humano y proximidad geográfica.
Todas estas propuestas son de gran utilidad para analizar con rigor la calidad de textos de medios digitales. Ocho millones de españoles accedieron diariamente entre enero y septiembre de 2019 a este tipo de medios (AMI&Deloitte, 2019, p. 18) y el 67% de los internautas en España cree que estos están cumpliendo con su labor de informar con inmediatez, pero solo el 53% considera que aportan profundidad y comprensión (Vara, 2019). Esto lleva a plantear la duda de si el reportaje interpretativo –objeto de estudio de este trabajo y cuya calidad no ha sido abordada hasta el momento–, un género que profundiza en el contexto y los antecedentes, ofrece un análisis exhaustivo de datos, diferentes perspectivas y múltiples fuentes, podría haberse visto especialmente afectado por la pérdida de calidad derivada de la transformación digital pese a haber “experimentado una clara metamorfosis” (Larrondo, 2009) hace más de una década. En este tipo de reportajes en formato digital, el estilo del redactor se caracteriza por una mayor libertad en el lenguaje, una extensión más variable, textos que permiten diferentes maneras de contar una historia y un mayor repertorio de elementos de apoyo, tanto textuales como visuales. En cuanto a la manera de organizar las ideas, presentan una estructura abierta porque están pensados para ser publicados en medios hipertextuales donde el periodista tiene la posibilidad de enlazar diferentes documentos en un mismo texto permitiendo al lector acceder a “una serie de opciones potencialmente infinitas” (López, 2003, p. 460).
Así pues, el objetivo de esta investigación es analizar la evolución de la calidad periodística de reportajes interpretativos publicados en elpais.com desde que la versión digital de El País –periódico digital en español más consultado del mundo– empezó su andadura en 1996 hasta 2019, y comprobar si dicha calidad ha podido verse afectada con el desarrollo tecnológico. Como se ha explicado, los medios de comunicación en España han sufrido grandes transformaciones como consecuencia del avance de las nuevas tecnologías, tanto en sus modelos de negocio como en su actividad diaria de trabajo. Ello nos lleva a partir de la hipótesis de que con la llegada del periodismo digital las piezas periodísticas, y en el caso que nos ocupa los reportajes interpretativos, han sufrido una pérdida de calidad.
El universo de análisis han sido reportajes interpretativos de elpais.com –el diario digital generalista más leído (AIMC, 2020)– publicados entre 1996, año en que El País creó su versión digital, y 2019, ambos inclusive. Se ha analizado una muestra de 72 piezas extraídas (ver Anexo I) mediante un sorteo aleatorio de los meses de marzo, junio y octubre de cada año, excepto para 1996, de donde se han extraído sendos reportajes publicados en junio y octubre puesto que en marzo de ese año todavía no existía elpais.com.
Se ha utilizado el análisis de contenido, un método de investigación para la descripción objetiva, sistemática y cuantitativa de la información (Berelson, 1971), en este caso de la prensa. El punto de partida ha sido la metodología cuantitativa para la evaluación de la calidad de las noticias establecida por Ramírez de la Piscina et al. (2014), a la que se han aplicado modificaciones para adaptarla al género reportaje, que es nuestro objeto de estudio. De este modo, se ha evaluado un total de 20 parámetros referidos a cuatro grandes aspectos de los reportajes, que se han puntuado en función del número y calidad de los parámetros que contienen. Es preciso señalar que, aunque esta metodología es descrita por estos autores como cuantitativa, el proceso de puntuación tiene un inevitable componente cualitativo, de ahí que justifiquemos cómo se ha llevado a cabo:
1. El proceso de selección de la información (en total, 2,5 puntos sobre 10), que incluye cinco parámetros:
2. El proceso de elaboración del texto (4,5 puntos en total), que incluye 11 parámetros. A los seis criterios propuestos por Ramírez de la Piscina et al. (2014), se han añadido cinco –los cinco últimos– que enriquecen particularmente al reportaje interpretativo:
3. La aportación social del reportaje (1 punto en total). Los cuatro criterios establecidos por Ramírez de la Piscina et al. (2014) para las noticias han sido reducidos a dos parámetros –aquellos que consideramos que son de mayor trascendencia para medir la calidad periodística–:
4. A los tres aspectos anteriores se ha añadido un cuarto, la digitalización del texto (2 puntos en total), cuya calidad se ha medido en función de dos parámetros:
Como se ha indicado, para conocer la evolución que ha experimentado la calidad de los reportajes se han examinado cuatro grandes aspectos de cada pieza con sus correspondientes parámetros, que se exponen a continuación.
La calidad respecto al proceso de selección de la información de los reportajes analizados ha evolucionado de forma positiva desde 1996 hasta 2019, pasando de una puntuación de 5,7 sobre 10 en 1996 a una de 7,2 en 2019, es decir, de un aprobado alto a un notable. La puntuación obtenida en los cinco parámetros utilizados para medir este aspecto ha mejorado en tres casos –uno de ellos pasa de suspenso a aprobado y otro, de suspenso a sobresaliente–, se ha mantenido en uno de ellos y ha descendido en otro (tabla 1)1.
Proceso de selección |
1996 |
2019 |
Citación del origen de la información |
4,6 |
9,2 |
Variedad de la naturaleza de las fuentes |
3,2 |
6,6 |
Equilibrio de hechos y declaraciones |
6,6 |
7,4 |
Grado de actualidad |
7,4 |
6 |
Grado de noticiabilidad |
6,6 |
6,6 |
Global |
5,7 |
7,2 |
Fuente: elaboración propia
Con respecto a la puntuación global del proceso de selección de la información, la media de los 24 años analizados es de 1,83 sobre 2,5 –lo que equivale a un 7,32 sobre 10–. Sin embargo, la evolución experimentada en ese tiempo es desigual (figura 1) y marcada por picos especialmente bajos en 1996 y 1999, un período positivo entre 2000 y 2008, y otro negativo entre 2009 y 2011 que empieza a mejorar a partir de este último año.
Fuente: elaboración propia
Resulta llamativo que los picos más bajos detectados –1996 y 1999– se producen en momentos en los que El País de papel había disminuido en número de lectores2 y, en el caso de 1999, coincidiendo con la crisis económica y con la fecha en la que ese diario alcanza sus mínimos en penetración de audiencia desde 1987 (AIMC, 2000). Por el contrario, el período positivo iniciado con el comienzo de siglo se da en una época en que la elpais.com todavía recurre al shovelware (Bardoel & Deuze, 2001) y por tanto publicaba los mismos reportajes que la versión de papel –dejaría de hacerlo en 2009–. Además, coincide con años de bonanza para El País, cuya penetración de audiencia en diarios de prensa pasa de 1,7% a 5,9% (AIMC, 2008a). En otra bajada de calidad, entre 2009 y 2011, podría haber influido no solo la crisis económica, sino el tratarse de la primera etapa de diferenciación de elpais.com respecto a la edición de papel.
Como ocurre con el aspecto anterior, la calidad de los reportajes respecto al proceso de elaboración del contenido ha evolucionado positivamente, pasando de una puntuación global de 5,76 en 1996 a una de 7 en 2019, es decir, de un aprobado alto a un notable. Como puede observarse en la tabla 2, la puntuación ha ascendido en seis de los 11 parámetros utilizados para medir este aspecto, se ha mantenido en uno y ha bajado ligeramente en cuatro.
Proceso de elaboración del contenido |
1996 |
2019 |
Grado de exactitud |
7,4 |
9,4 |
Grado de profundidad |
9,4 |
8 |
Uso de diferentes perspectivas |
6 |
8 |
Uso de elementos textuales de apoyo |
2 |
5,4 |
Uso de elementos audiovisuales |
0 |
7,4 |
Corrección del lenguaje |
8,6 |
10 |
Extensión |
4,6 |
6,6 |
Análisis de datos |
4 |
4 |
Exposición clara de las ideas |
8 |
7,4 |
Grado de comprensibilidad |
10 |
8 |
Presencia de información adicional de utilidad práctica |
3,4 |
2,6 |
Global |
5,76 |
7 |
Fuente: elaboración propia
El análisis revela datos interesantes respecto a algunos parámetros. Es el caso del uso de recursos audiovisuales, que es nulo –su puntuación es la menor de las 11– cuando elpais.com comienza su andadura y va mejorando a medida que se desarrollan las posibilidades que brindan las tecnologías, hasta alcanzar a finales de 2013 su pico más alto. Hasta el año 2000 no empiezan a publicarse reportajes con fotografías –que a partir de entonces lo harán siempre–, ya sea por la falta de medios o por los altos precios de las cámaras digitales de la época, y no es hasta 2009 que se empiezan a incorporar varios elementos visuales a la vez. Escasean las infografías, que solo aparecen –y en pocas ocasiones– a partir de 2012, mientras que solo en 2018 se incluye un vídeo. Por el contrario, el uso de elementos textuales de apoyo sufre una evolución más desigual y mejora en 2016 y en 2019, pero sigue siendo claramente bajo.
Por otra parte, llama la atención que algunos altos y bajos en la calidad de determinados parámetros se dan coincidiendo con circunstancias relacionadas con la situación económica del diario. Por ejemplo, una de las tres excepciones a la tendencia general positiva del grado de profundidad se produce en 2011, año en el que el Grupo Prisa arroja pérdidas netas de 451 millones de euros (Grupo Prisa, 2012, p. 2). Sin embargo, el uso de diferentes perspectivas es sobresaliente entre marzo de 2000 y junio de 2003, una época en que los ingresos aumentan un 5% (Grupo Prisa, 2003, p. 2). Por su parte, el grado de comprensibilidad alcanza –manteniéndose estable– la máxima puntuación entre 2005 y 2009, que es precisamente un periodo en el que El País obtiene datos positivos en penetración de audiencia tanto en su versión de papel como en elpais.com (AIMC, 2019).
El grado de exactitud es sobresaliente entre 2000 y 2008, que son años en los que los reportajes de la versión digital son los mismos que los que aparecen en papel –a partir de 2009, el grado de exactitud es menor–. También es una etapa de bonanza económica para el diario El País, que crece en penetración de audiencia aumentando un 40% entre 2000 y 2007 (AIMC, 2008a), y elpais.com se sitúa como la segunda página web en el ranking de penetración de audiencias de medios en España (AIMC, 2008b). De modo similar, en extensión se alcanza la máxima puntuación posible en 2013, cuando elpais.com se consolida como el primer diario digital de información general y el segundo sitio web en lectores diarios (AIMC, 2013); y también en 2016, cuando consigue superar a marca.com y se proclama líder en usuarios diarios en medios digitales (AIMC, 2016).
Un último aspecto reseñable es el hecho de que algunos parámetros siguen suspendiendo, como el análisis de datos o la incorporación de información adicional de utilidad práctica para el lector –que incluso desciende–. Otros, si bien obtienen buenas valoraciones, han descendido ligeramente, como el grado de profundidad, la exposición clara de ideas o el grado de comprensibilidad.
En cuanto a la puntuación global de la calidad del proceso de elaboración del contenido, la media para todo el período analizado es de 3,3 puntos sobre 5 (lo que equivale a un 6,6 sobre 10), con una evolución ligeramente ascendente pero con leves subidas y bajadas. Entre 1996 y 2000, por ejemplo, los reportajes apenas superan el aprobado. A partir este último año van mejorando y solo se producen dos picos bastante bajos a partir de entonces, en 2012 y en 2014. En 2016, coincidiendo con el liderazgo de elpais.com en usuarios diarios en medios digitales (AIMC, 2016), se llega al pico más alto (figura 2).
Fuente: elaboración propia
La calidad del tercer aspecto de los reportajes, que es la contribución social, ha evolucionado ligeramente pasando de una puntuación de 6,4 en 1996 a un 7 en 2019, es decir, de un aprobado a un notable. Como se muestra en la tabla 3, la puntuación obtenida por uno de los dos parámetros utilizados para valorar este aspecto ha descendido de notable a bien, pero la del otro ha mejorado considerablemente, de aprobado a notable, de ahí que la evolución global sea positiva.
Aportación social |
1996 |
2019 |
Fomento del debate social |
7,4 |
6,6 |
Combate de la marginación social |
5,4 |
7,4 |
Global |
6,4 |
7 |
Fuente: elaboración propia
Respecto a la puntuación total para todo el período, la media de este aspecto es de 0,5 sobre 1 –o 5 sobre 10–, con una evolución muy irregular (figura 3). Tan solo hay un período relativamente estable en el parámetro del fomento del debate social, entre 2012 y 2017. Esto podría relacionarse con la cobertura que elpais.com da durante esos años a asuntos de gran interés social como el fin de ETA a finales de 2011, el conflicto sirio ese mismo año, la inmigración –que alcanza su cifra máxima en España a partir de 2010–, los refugiados, el auge de movimientos sociales –Primavera Árabe, cuarta ola feminista, nacionalismos en Europa o movimiento LGTB+– o la poscrisis económica y financiera, entre otros.
Fuente: elaboración propia
La calidad global del último aspecto, que es la digitalización del texto del reportaje, ha experimentado una considerable mejoría al pasar de un escasísimo 0,7 en 1996 a un 6,3 en 2019 –de un suspenso a un aprobado–. Entre 1996 y 2002 el uso del hipertexto es prácticamente nulo probablemente debido a que elpais.com todavía está iniciando la convergencia del periodismo tradicional al digital y las piezas periodísticas que publicaba eran las mismas que las de la versión impresa –donde, obviamente, no hay hipertextualidad–, aunque poco a poco va incrementando su presencia. De modo similar, la capacidad de interacción del usuario con el periodista y con otros usuarios es inexistente entre 1996 y 2011, y a partir de 2012 aumenta y se mantiene estable (tabla 4).
Digitalización |
1996 |
2019 |
Uso adecuado del hipertexto |
1,4 |
6,6 |
Capacidad de interacción |
0 |
6 |
Global |
0,7 |
6,3 |
Fuente: elaboración propia
La evolución de la calidad de la digitalización entre 1996 y 2019, con una puntuación media de apenas 0,15 puntos sobre 0,5 –lo que equivale a un 3 sobre 10–, presenta una evolución desigual pero ascendente. No obstante, no alcanza el aprobado hasta 2012 y, aunque obtiene en 2016 su mayor puntuación, en fechas más recientes ha vuelto a descender (figura 4).
Fuente: elaboración propia
La suma de las puntuaciones obtenidas en los cuatro aspectos analizados en base a 20 parámetros nos permite describir la evolución que ha experimentado la calidad de los reportajes de elpais.com objeto de estudio en los últimos 24 años. Como se puede observar en la tabla 5, la calidad global ha mejorado, puesto que ha pasado de una puntuación de 5,2 en 1996 a una de 6,9 en 2019 –un 82% de las piezas analizadas supera la prueba de calidad con una puntuación media de 6,37–, es decir, de un aprobado a casi un notable. Las diferencias son mínimas entre los tres primeros aspectos, que en 2019 obtienen todas un notable. Pero no ocurre lo mismo con el cuarto, la digitalización, que a pesar de haber experimentado una evolución mucho mayor, sigue sin llegar al notable.
Calidad global |
1996 |
2019 |
Selección de la información |
5,7 |
7,2 |
Elaboración del contenido |
5,76 |
7 |
Contribución social |
6,4 |
7 |
Digitalización |
0,7 |
6,3 |
Global |
5,2 |
6,9 |
Fuente: elaboración propia
La línea de la figura 5 muestra una tendencia general ascendente. La peor puntuación se da en 1999, cuando El País obtiene los porcentajes más bajos en penetración de audiencia de los nueve años anteriores (AIMC, 2000), mientras que los otros dos picos bajos, en 2009 y 2011, se producen en plena crisis económica. Por el contrario, las máximas puntuaciones llegan en 2013 coincidiendo con la consolidación de elpais.com como el primer diario digital de información general y el segundo sitio web en lectores diarios (AIMC, 2013); y en 2016, tras conseguir superar la crisis económica y convertirse en líder en usuarios diarios en medios digitales en España (AIMC, 2016). No obstante, tampoco puede descartarse que los criterios personales de los propios autores de los reportajes hayan influido en la calidad de las piezas.
Fuente: elaboración propia
El objetivo de este estudio ha sido analizar la evolución de la calidad periodística de reportajes publicados en elpais.com desde la creación de la versión digital de El País en 1996 hasta 2019, y comprobar si dicha calidad ha podido verse afectada con el desarrollo tecnológico. Para ello se ha sometido a una prueba de calidad a una muestra de 72 reportajes interpretativos, de los que se ha evaluado un total de 20 parámetros relativos a cuatro grandes aspectos: el proceso de selección de la información, el proceso de elaboración del contenido, la contribución social del reportaje y la digitalización del texto.
La calidad del proceso de selección de la información ha experimentado una evolución desigual pero positiva, pasando de una puntuación de 5,7 sobre 10 en 1996 a una de 7,2 en 2019. El mayor cambio observado corresponde a los parámetros de la citación del origen de la información y la variedad de la naturaleza de las fuentes, que mejoran notablemente.
En cuanto al proceso de elaboración del contenido, la calidad de los reportajes también ha evolucionado positivamente al pasar de un 5,76 en 1996 a un 7. Sin embargo, algunos parámetros como el análisis de datos o la incorporación de información adicional de utilidad práctica para el lector –que incluso empeora–, siguen suspendiendo y el uso de elementos textuales de apoyo todavía evidencia algunas carencias; otros, como el grado de profundidad, la exposición clara de ideas o el grado de comprensibilidad, si bien obtienen buenas valoraciones, han descendido ligeramente. Por el contrario, la inclusión de recursos audiovisuales comenzó con una presencia nula cuando elpais.com inició su andadura y fue mejorando a medida que se desarrollaban las posibilidades que brindan las tecnologías.
La calidad del tercer aspecto, que es la contribución social, ha mejorado levemente pasando de un 6,4 en 1996 a un 7 en 2019. En su recorrido positivo pero desigual destaca un período relativamente estable en el parámetro del fomento del debate social. Este período coincide con la cobertura que elpais.com da durante esos años a asuntos de gran interés social, como el fin de la banda terrorista ETA a finales de 2011, el conflicto sirio ese mismo año, la inmigración –que alcanza su cifra máxima en España a partir de 2010– los refugiados, el auge de movimientos sociales o la poscrisis económica y financiera, entre otros.
El último aspecto, la digitalización de la información, ha experimentado una importante mejoría al pasar de un escaso 0,7 en 1996 a un 6,3 en 2019 y con una evolución desigual aunque ascendente. Los parámetros del uso del hipertexto y la capacidad de interacción son prácticamente inexistentes cuando elpais.com inicia la convergencia del periodismo tradicional al digital y las piezas periodísticas que publica son las mismas que las de la versión impresa, pero poco a poco van incrementando su presencia, si bien en fechas más recientes ha vuelto a descender.
La suma de las puntuaciones obtenidas en los cuatro aspectos anteriores permite describir la evolución global como ascendente, puesto que el conjunto de los reportajes ha pasado de una puntuación de 5,2 en 1996 a una de 6,9 en 2019. Esto, de entrada, desmentiría nuestra hipótesis inicial de que desde la llegada del periodismo digital las piezas periodísticas, y en el caso que nos ocupa los reportajes, han ido sufriendo una pérdida de calidad. No obstante, aunque la puntuación de los tres primeros aspectos es similar –todos logran un notable–, la obtenida en algunos de sus parámetros como el uso de elementos textuales de apoyo –que alcanza un aprobado escaso–, el análisis de datos –que se mantiene en suspenso–, o la presencia de información adicional de utilidad práctica –que suspende con peor nota incluso que en 1996–, evidencian que sigue habiendo carencias. De modo similar, la digitalización, a diferencia de los tres aspectos anteriores y pese a experimentar una gran evolución desde la incorporación de herramientas digitales a los textos periodísticos, también es mejorable puesto que sigue sin alcanzar el notable. Por tanto, la hipótesis solo se confirma parcialmente.
No debe olvidarse, sin embargo, que algunos picos bajos detectados coinciden en el tiempo con momentos de situación económica desfavorable para el diario. Esto hace pensar que la pérdida de calidad periodística que haya habido no solo estaría relacionada con la adaptación a las nuevas tecnologías y a las imposiciones de la inmediatez derivadas del salto a la digitalización, sino también con factores económicos y posiblemente con criterios personales de los propios autores de los reportajes. Sería interesante que futuras investigaciones ampliaran la muestra analizada a un mayor número de reportajes, pero también a una variedad de cabeceras no nativas digitales para poder comprobar si existen diferencias significativas entre ellas o si, por el contrario, se pueden alcanzar conclusiones globales de la prensa española en su conjunto.
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1Aunque los 20 parámetros se han valorado sobre un máximo de 2,5 puntos cada uno, las puntuaciones se muestran en una escala 0/10 en esta y las siguientes tablas para una mayor comprensibilidad.
2Tanto en 1996 como en 1999, El País había disminuido en la evolución de audiencias y había alcanzado su pico más bajo desde 1987 (AIMC, 2000).
doxa.comunicación | nº 32, pp. 305-326 | enero-junio de 2021
ISSN: 1696-019X / e-ISSN: 2386-3978